Asamblea en el centro de día

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El Centro de Acogida de Pinar de San José es un espacio bien equipado, que por momentos recuerda a un albergue juvenil en sus instalaciones. Lo primero con lo que te encuentras al entrar es con el hilo musical puesto y eso ya le da un color distinto al ambiente. El centro está situado en otro polígono de la periferia madrileña, en este caso en el distrito Latina, pero muy próximo al barrio de La Fortuna, que pertenece a Leganés.

En este centro hay distintas habitaciones, casi todas con literas, con seis, ocho o diez camas. Es un centro mixto, que acoge a hombres y mujeres, que duermen en habitaciones separadas. Luego están las zonas de uso común, como el comedor, la sala de estar y la biblioteca. Cuenta, además, con un pequeño patio interior protegido en parte por un toldo, para que quien quiera pueda salir a fumar un cigarro o tomar el aire.

El Centro de Pinar de San José también cuenta con despachos para los trabajadores sociales, en los que se realizan las entrevistas personales, y con un área de descanso para el personal de Accem. Al igual que el Centro de Acogida de Vallecas, también cuenta con un cuarto que hace las veces de enfermería para hacer el seguimiento médico de las personas acogidas.

La dinámica de funcionamiento es la misma. Cada persona tiene una tarjeta semanal que debe sellar diariamente. Las tarjetas se van renovando semana a semana. Durante esos siete días tendrá asignada la misma cama. En el interior de las habitaciones no está permitido dejar comida, ni tampoco objetos personales. Para eso está la consigna.

Ahora es por la mañana y ya no queda casi nadie en el albergue. Después de tomar el desayuno, un autobús de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid recoge a todas las personas acogidas y las lleva de vuelta a la estación de Príncipe Pío.

En el centro se quedarán únicamente una treintena de personas, pues el Centro de Pinar de San José cuenta con servicio de centro de día, dirigido a aquellas personas que están en situación más vulnerable (por su edad, por sufrir alguna enfermedad, etc.). Estas personas podrán quedarse durante toda la jornada.

Durante una hora por la mañana y dos más por la tarde pueden salir a dar una vuelta. Salen a pasear. La mayoría se acercan al barrio de La Fortuna, a tomar algo, a estar un rato en el parque, al aire libre. Al principio, como suele ocurrir en estos casos, la llegada del centro y sus inquilinos suscitó rechazo en parte del vecindario. A nadie le gusta ver cerca suyo y cada día las feas imágenes que regala la miseria. Esa mezcla de incomodidad, repulsión y miedo que provoca en muchos casos la cara de la marginación y la exclusión social.

Pero después llega, en muchas ocasiones, una segunda etapa. Cuando se establece un contacto, cuando el fantasma se convierte en persona, cuando el monstruo se transforma en alguien de carne y hueso, ahí comienza a disiparse el miedo y es el lugar para la esperanza. Ahora no son pocos los vecinos de la zona que se acercan ofreciendo lo que pueden para echar una mano: mantas, comida, ropa, etc.

Hoy hay asamblea en el centro de día y Violeta, coordinadora de Accem en la Campaña del Frío 2012-2013, nos ha invitado a participar. Se organiza una vez a la semana en la sala de estar, una amplia estancia presidida por una buena televisión y en la que se han estado proyectando películas durante todo el invierno una vez a la semana, en jornadas de cine-fórum en las que también había espacio para el intercambio de impresiones e ideas.

cronicas-frio-asamblea-centro-dia-2Violeta y Fran, responsable de que todo marche bien en el centro de Pinar de San José, dirigen el orden del día. La Campaña del Frío llega a su fin y la idea es que esta asamblea pueda servir como momento de evaluación y de formulación de propuestas de mejora de cara al próximo año.

Estamos sentados en círculo. Algunas personas participan más; otras no abren la boca. Hay un turno de palabra, que a veces es respetado y otras no. Algunos hablan continuamente; otros callan y observan con atención; otros parecen dormitar. Finalmente, acabará haciéndose larga y quien más quien menos mirará la hora. En definitiva, como cualquier asamblea.

Arrancamos con la música. Svetlana, una mujer muy sonriente, de origen rumano, rubia, peinada con dos coletas de colegiala y que utiliza dos muletas para caminar, quiere felicitar a Fran porque esta mañana ha sonado Estopa. “¡Tienes que poner más Estopa!”, le anima.

Es la mejor forma de levantarse por la mañana: escuchando música. Todos coinciden en eso. La música siempre ha tenido un poder curativo, siempre ha sanado almas heridas. Juan, atlético de pro, tiene una petición. A ver si antes de terminar la Campaña del Frío un día puede sonar el himno del Atlético de Madrid que escribió y cantó Joaquín Sabina. Fran, que prepara la programación musical, toma nota de la propuesta.

En la asamblea van saliendo los distintos temas que tienen que ver con la gestión de la vida cotidiana en el centro. La organización de las duchas, las habitaciones, las horas estipuladas para salir del centro, los problemas de convivencia, las discusiones, las peleas, etc. Cada quien hace sus propuestas sobre cómo podrían mejorarse las cosas. Se potencia la escucha y la participación. Hablan, intercambian ideas y puntos de vista, discuten e intentan entenderse. Una asamblea.

El ambiente en el centro de Pinar de San José es muy distinto por el día y por la noche. En la mañana todos parecen más relajados. Se han disipado las negras sombras del final del día, aquellas que vienen con el cansancio, los excesos etílicos, el frío y la soledad. Por la mañana, al menos, está la luz del día.

Algunos se levantarán más tristes, taciturnos, más sensibles, efectos de la resaca, pero en cualquier caso “hay más hueco para hablar con la persona, de manera más cercana, para escucharle de verdad, para que te cuente las cosas de manera más lúcida”, explica Ana, la trabajadora social del Centro de Vallecas, que ya conoció ambas rutinas.

cronicas-frio-asamblea-centro-dia-3El trabajo también es diferente. Por la noche todo es velocidad, acción-reacción. Surgen problemas, imprevistos, conflictos, y hay que resolverlos sobre la marcha. Por las mañanas el ritmo es más tranquilo, es más fácil conversar y es, además, el momento de ocuparse de toda la parte de previsión y organización del centro.

Durante todo el invierno en el centro de día se han venido realizando talleres, una gran cantidad de actividades muy variadas. Talleres de manualidades, de cocina, de fabricación de jabones. Para todos los gustos. Y también de debate, como el taller de medios de comunicación, en el que se leían y comentaban las noticias, o el taller de discusión política, en el que han salido temas como el paro, la crisis o la vivienda. “Les encanta hablar de política”, resume Fran.

La asamblea continúa avanzando. Se va entrando en las preocupaciones y malestares de cada cual. Compartir habitación con ocho o diez extraños no es fácil para nadie. Lo de menos son los ronquidos. “Aquí todos roncamos”, sentenciará una voz.

Sale el tema de la higiene. Un hombre joven que se encuentra muy tocado de salud interviene para decir que aunque le falten las fuerzas y a él todo le importe ya nada, procurará ducharse cada día y cambiarse de ropa por respeto a los demás, para que no se incomoden.

María es una mujer de alrededor de 50 años. También está delicada. Toma algún medicamento que le hace quedarse dormida. Cabecea, se le cierran los ojos y de pronto habla. Se queja de una incómoda compañera de habitación que siempre está bebida y que le despierta en mitad de la noche para pedirle el mechero o un abrigo. María teme la salida de su ex pareja de la cárcel, pues piensa que irá a buscarla para volver a maltratarla. Se derrumba, no entiende por qué está así, por qué sus padres no quieren saber nada de ella, si ella no les hizo nada, sólo tuvo un problema hace años con la heroína.

También habla Jim, norteamericano, el medio siglo ampliamente cumplido, un señor de ojos claros y limpios, de mirada afable. Habla poco pero participa; escucha atentamente a todos los presentes. Cuando le llega el turno de hablar se queja del rechazo que sufre en su propia carne. Dice que le tratan mal por ser estadounidense, que le identifican con algo que él está muy lejos de ser. Qué culpa tendrá él, se lamenta, que está en la calle, que lleva más de veinte años en España, de las cosas que pueda hacer el gobierno de Estados Unidos. “¿Por qué tengo que soportarlo?”, se pregunta y pregunta a los demás

Paco aborda un tema fundamental: cómo viven ellos esa diferencia entre el día y la noche en el centro. Para él lo de la noche es ingobernable. Se suceden las discusiones, las peleas, muchas veces como consecuencia de las borracheras y los efectos de las drogas. Por la noche, el centro de acogida es, para él, y para muchos otros, un mal menor que le sirve para escapar de los peligros del frío invernal.

cronicas-frio-asamblea-centro-dia-4Hay un hombre que ha estado en silencio durante toda la asamblea. Ha permanecido casi todo el tiempo con la mirada baja. Casi no se ha movido. Sin aparentes fuerzas, las piernas cruzadas, durante muchos minutos abstraído. De vez en cuando, eleva unos instantes la mirada para escuchar a alguien. A los pocos segundos, la vuelve a bajar y regresa a ese aparente estado de ensimismamiento.

En un momento dado, Violeta le anima a hablar y sorprende con su enérgico tono de voz, su lucidez y, al tiempo, su pragmatismo, para cerrar el debate, como quien, desde el respeto y el silencio, no intervenía porque no tenía otra cosa que decir. “Bueno, qué se le va a hacer, aquí estamos razonablemente bien, dadas las circunstancias. Los problemas ya los sabemos, como lo de la noche, no tienen solución”.

Quedan algunos asuntos por tratar, pero hay un tema que es el principal, el fundamental, el que ha ido apareciendo a cada momento desde el inicio de la asamblea. Explícita o implícitamente, en lo que decían unos y otros, en las palabras de los técnicos del equipo de Accem y, por supuesto, en las de las personas acogidas. Es la gran preocupación, es la gran angustia. Aquello por lo que algunos dicen que ya no pueden dormir. Por lo que sufren ansiedad, angustia, por la incertidumbre en la que viven:

La Campaña del Frío termina en pocos días. El centro echa el cierre. No saben lo que será de ellos.

Mientras llega ese día, se mira al cielo a ver si la lluvia respetará o no la pequeña fiesta que se está organizando para cerrar la campaña de forma oficiosa. Fran, que vino del sur, ha querido darle un carácter de adelantada feria de abril. Pide ayuda para preparar la ambientación. Y, pese a todo, no faltan manos. Puede ser divertido.

Texto: Santiago Gómez-Zorrilla
Fotos: Accem

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