‘Carne y arena’, la experiencia de las personas migrantes en la frontera México-EEUU

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corto Iñárritu

Hace unos meses os hablábamos del nuevo proyecto de Alejandro G. Iñárritu en una de nuestras entradas. Entonces apenas sabíamos que era un cortometraje experimental que tenía las migraciones en la frontera México-EEUU como eje central.

Hoy, tras anunciarse que su première mundial será en Cannes el próximo mes de mayo, hemos sabido que el proyecto no es solo un cortometraje sino una instalación de realidad virtual, la primera de este tipo que estrenará el festival francés. El proyecto, cuyo título es ‘Carne y Arena’, será una experiencia de seis minutos y medio en la que el director mexicano ha querido acabar con “la dictadura del encuadre” para que el espectador viva una experiencia intensa, individual, para que se ponga en la piel de las personas migrantes y refugiadas que cruzan la frontera de México-EEUU. En palabras del propio Iñárritu, para “crear una experiencia en la que el visitante pueda caminar en los pies de un inmigrante, vivir en su piel y en sus corazones”.

El director, que ha estado cuatro años dándole forma al proyecto, ha tenido la suerte de poder conocer y entrevistar a muchos migrantes mexicanos y centro americanos. Sus vivencias personales, sus desventuras, sus experiencias se quedaron grabadas en la mente de Iñárritu, que pidió a algunas de estas personas que colaborarán con él en ‘Carne y Arena’, cuyo guion se nutre de estas historias reales. Historias reales que el espectador ya no recibe sentado en una butaca, sino paseando en un espacio ancho, un espacio en el que las miserias y los peligros de la frontera se palpan, se viven, se sudan. Porque el director quiere que los espectadores «vivan plenamente un fragmento de las travesías personales de los refugiados».

Un cortometraje en el que Iñárritu vuelve a explorar un tema que no es nuevo en su cine: las migraciones y las fronteras. Un cortometraje que busca despertar conciencias. Que busca sensibilizar poniéndonos en la piel de las personas migrantes y refugiadas durante seis intensos minutos. Seis minutos que para estas personas son semanas, meses, años… Y algunas veces, por desgracia, toda una vida.

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