«El odio» en el XVI Ciclo Refugiados en el Cine de Accem (23-VI)

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«El odio» se proyectará el sábado 23 de junio a las 18:30 h. en Cineteca Madrid (Matadero), dentro del XVI Ciclo Refugiados en el Cine de Accem. Se proyectará en V.O.S.E. La entrada es gratuita.

Es la historia de un hombre que cae de un edificio de cincuenta pisos. Para tranquilizarse mientras cae al vacío, no para de decirse: hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien… hasta ahora todo va bien. Pero lo importante no es la caída, es el aterrizaje.

Suenan estas palabras mientras un cóctel molotov cae al vacío e inmediatamente después empezamos a ver imágenes de protestas y disturbios entre policía y manifestantes. A la vez escuchamos el “Burnin’ and lootin” de Bob Marley.

How many rivers do we have to cross,
Before we can talk to the boss? Eh!
All that we got, it seems we have lost;
We must have really paid the cost.

(Cuántos ríos tenemos que cruzar, antes de que podamos hablar con el jefe?, Todo lo que teníamos, parece que lo hemos perdido, Realmente debemos haber pagado el coste)

Así, con esa potencia, arranca «El odio» (La Haine), la película dirigida por Mathieu Kassowitz en 1995 que nos lleva a París, pero no tanto a la ciudad de la luz y del amor, sino más bien a los barrios de la periferia, a los suburbios en los que la rabia y el odio se alimentan de la desesperación, la falta de oportunidades, el rechazo, el racismo, el acoso de la policía.

“El odio” se desarrolla durante solo 24 horas, casi todo un día en una barriada de la periferia de la capital francesa. Abdel, un chico de 16 años de origen magrebí, está en coma después de la paliza recibida de la policía en una comisaría y la sangre en el barrio está que arde. Piedras y cócteles molotov a pecho descubierto contra las cargas de policías mejor armados y equipados. Ira, odio contra el poder y contra su representación más inmediata: la policía. En medio de las revueltas las noticias dicen que un policía ha perdido su arma reglamentaria, su pistola. Nadie sabe dónde ha ido a parar.

Vinz (Vincent Cassel), Said (Saïd Taghmaoui) y Hubert (Hubert Kounde) son tres amigos, uno judío, otro magrebí, de origen africano el tercero, y son los protagonistas de la película. Como no puede ser de otro modo, en el barrio no se habla de otra cosa: de Abdel, de los disturbios de la pasada noche, de cómo lo cuentan (de mal) los medios de comunicación, de la policía, del odio (de nuevo). Son tres amigos, con diferente carácter y con muchas horas compartidas de ver la vida pasar, entre el boxeo, el breakdance, los porros… Son distintos pero tienen muchas cosas en común: vivir en un barrio en el que se sienten abandonados, sin expectativas, sin posibilidades, sujetos de no derechos, sospechosos. Conocen la estrechez económica, la pobreza, la exclusión, la cárcel de seres queridos. Y, desde luego, se sienten muy lejos del París de los Campos Elíseos, Saint Germain, Le Marais o el Barrio Latino.

Diez años después del estreno de «El odio», el otoño de 2005 fue caliente en París. La muerte de dos jóvenes franceses electrocutados cuando escapaban de la policía y se refugiaron en un transformador provocó semanas de protestas y disturbios que se extendieron a muchas ciudades de Francia. En tela de juicio, el modelo de integración francés, que condenaba a la invisibilidad y a la marginación a las injustamente llamadas segundas y terceras generaciones de migrantes, o lo que es más exacto decir, los hijos y nietos de los que un día llegaron como migrantes que, incluso décadas después, siguen sin encontrar su sitio, siguen sin tener un sentimiento de pertenencia o de ciudadanía en un país que, tras la propaganda oficial, les ha cerrado las puertas del presente y el futuro.

En aquel 2005 solo en una noche ardieron más de 900 vehículos y fueron detenidos más de trescientos jóvenes acusados de participar en las revueltas. En aquel otoño la indignación de los barrios se extendió como la pólvora y les hizo visibles a ellos, a los desheredados en el corazón de Europa. En aquel otoño, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se refirió a estos jóvenes, muchos de ellos menores de edad, con el apelativo de “racailles”, lo que se tradujo al español con un término muy significativo: chusma.

Desde entonces, ha habido nuevos veranos, primaveras, inviernos y otoños calientes en la periferia de París y otras ciudades. La chusma, que no se resignaba, o que, al menos, se desahogaba, porque la rabia, el odio, se había incubado durante demasiado tiempo en su interior, fruto de la violencia policial, institucional, económica y fascista. No era una realidad nueva. Esta historia de marginación, fracaso, resistencia y, sí, de nuevo, odio, ya nos la había anticipado en el año 1995 el cineasta Mathieu Kassowitz con la película que hoy presentamos.

Este año, en la edición XVI del Ciclo Refugiados en el Cine, podremos volver a ver «El Odio», en pantalla de cine, en versión original, en la Cineteca Madrid (Matadero).

 

FICHA TÉCNICA

Título original: La haine.

Año: 1995.

Duración: 95 min.

Nacionalidad: Francia.

Dirección: Mathieu Kassowitz.

Guion: Mathieu Kassowitz.

Música: Varios.

Fotografía: Pierre Aïm (B&W).

Reparto: Vincet Cassel, Hubert Koundé, Said Taghmaoui, Abdel Ahmed Ghili, Solo, Joseph Momo, Héloïse Rauth, Rywka Wajsbrot, Olga Abrego, Laurent Labasse, Choukri Gabteni, Nabil Bem Mhamed, Benoît Magimel, Mathieu Kassowitx, Anthony Souter.

Producción: Les Productions Lazennec / Studiocanal / La Sept Cinéma / Kasso inc. Productions

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