Personas sin hogar
Las personas sin hogar representan la cara más severa de los procesos de exclusión social. Hablamos de personas que son privadas del acceso a un trabajo, a una vivienda y a los recursos económicos necesarios para su sustento. Personas que se enfrentan a la soledad, a la ruptura de sus vínculos sociales y familiares y, en consecuencia, a la pérdida de la verdadera red social imprescindible para la vida.
La ausencia de un hogar o la imposibilidad de mantenerlo impiden el desarrollo de una vida digna. Esto es así porque una vivienda, además de cubrir la necesidad básica de alojamiento, seguridad y protección, proporciona un soporte clave para la creación de un proyecto de vida personal, familiar, social, relacional y de convivencia. Al menos 33.000 personas viven sin hogar en España.
La vida en la calle afecta de manera decisiva a la salud. La esperanza de vida cae una media de 20 años para las personas sin hogar, que se enfrentan además a la aporofobia, término que se define como el odio o rechazo a las personas pobres. Las personas sin hogar sufren discriminación, insultos, agresiones y, en los casos más graves, incluso violaciones y asesinatos. Las mujeres sin hogar, además, por el mero hecho de ser mujeres, se enfrentan a mayores riesgos y formas de violencia, que hacen de la calle un territorio todavía más hostil para ellas.
Más allá de tópicos e ideas preconcebidas no existen unas causas únicas y establecidas para explicar por qué una persona acaba viviendo en la calle. Existen normalmente una serie de situaciones estresantes (muerte de un ser querido, pérdida de un empleo, ruptura sentimental, pérdida de vivienda, etc.) que confluyen en un espacio reducido de tiempo, colocando a la persona afectada en una situación límite que no es fácil de superar.
En los últimos años se ha extendido el uso del término sinhogarismo para hacer referencia al fenómeno social que afecta a las personas sin hogar. Utilizar este término permite ir más allá de las circunstancias individuales para hacer alusión a la existencia de factores estructurales con causas políticas, sociales y económicas que impiden el acceso a una vivienda digna y un empleo.
‘’Mi primera noche’’
Distintas personas en situación de sinhogarismo comparten sus vivencias y sentimientos y nos hablan de cómo fue la primera noche que tuvieron que enfrentarse a la calle.
Este vídeo forma parte de una campaña de sensibilización realizada por Accem en Valencia, donde gestionamos el centro de día ‘Blanquita’, que recuerda con su nombre a la primera mujer en situación de sinhogarismo que se conoció en la ciudad.
Hacemos
Partiendo de la concepción del acceso a una vivienda digna como un derecho para todas las personas y de su papel imprescindible en la conquista de la autonomía, en Accem desarrollamos distintos programas de apoyo destinados a que las personas sin hogar puedan tener la oportunidad de un nuevo comienzo, que les pueda impulsar hacia un proceso integral de recuperación personal y social.
Dadas las numerosas experiencias de rechazo y discriminación que viven las personas sin hogar, hacemos de la relación con el otro nuestra principal herramienta de trabajo, una relación fundamentada en el respeto, la confianza y el compromiso.
La intervención se lleva a cabo desde el establecimiento de relaciones significativas con la persona que favorezcan la socialización, la recuperación de habilidades personales, la mejora de su salud, una ocupación del tiempo que favorezca su desarrollo y una mejora de su empleabilidad y autonomía.
Atención directa y acogida a personas sin hogar
Tenemos en marcha por una parte programas y dispositivos de intervención en la calle para atender las necesidades más urgentes de las personas en situación de calle y reducir los daños que genera la exclusión social. De esta manera, actuamos para contener situaciones extremas de vulnerabilidad y para propiciar el inicio o mantenimiento de procesos de cambio positivos.
Por otra parte, en nuestros centros de día se proporcionan servicios básicos de información y orientación, apoyo a la higiene (duchas, lavadoras) y alimentación (desayunos, meriendas), consigna para guardar pertenencias o acceso a Internet. También se ofrece atención social, psicológica, sanitaria y jurídica; se realizan talleres formativos y se desarrollan actividades de ocio. Los centros de día de Accem constituyen espacios de relación y socialización de gran ayuda para los procesos de recuperación personal.
Finalmente, contamos con programas de acogida, en ocasiones de carácter temporal que se habilitan durante la temporada invernal, y en otras de carácter permanente. Existen centros de gran capacidad y también pisos con pocas plazas en barrios normalizados de las ciudades en las que estamos presentes, desde los que poder desarrollar una intervención más personalizada y orientada a la reconquista de la autonomía de las personas acogidas, a partir de la promoción de sus propios recursos y capacidades.
En Andalucía gestionamos distintos recursos autonómicos y municipales de acogida a personas sin hogar. Actualmente tenemos pisos de acogida en Jerez de la Frontera, Málaga y Sevilla, en los que se da cobertura a las necesidades básicas de alojamiento y manutención y se trabaja de forma integral con cada persona, favoreciendo su recuperación personal y su autonomía.
Además, en Sevilla y Jerez tenemos equipos que proporcionan asistencia en calle a las personas sin hogar y, en la zona oriental de la provincia de Huelva, atención directa en los asentamientos chabolistas ligados a las personas que buscan trabajo en las campañas agrícolas de la zona.
En Castilla-La Mancha llevamos a cabo un programa autonómico destinado a facilitar la consecución de una vivienda digna a personas que habitan alojamientos precarios y que se encuentran con graves problemas para acceder a una vivienda. Este programa se desarrolla en Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo.
Asimismo, en Albacete desarrollamos un proyecto de atención en calle a personas en situaciones de grave dificultad social, especialmente afectadas por problemas relacionados con el acceso a una vivienda.
En Madrid estamos trabajando con un proyecto autonómico dirigido a apoyar los procesos de recuperación personal de las personas sin hogar. Dentro de este programa tenemos un piso de acogida de cinco plazas, que sirve como etapa final de los procesos de intervención o como una importante alternativa de emergencia para afrontar situaciones de crisis. Este programa cuenta asimismo con un centro de día como espacio de socialización y acompañamiento a las personas sin hogar.
El centro de día “Blanquita”, en Valencia, es un centro de baja exigencia dirigido a personas sin hogar, en el que se ofrecen servicios básicos de apoyo y en los que se lleva a cabo una intervención a nivel psicosocial orientada a la reducción de daños y al fomento de la participación.
En A Coruña tenemos en funcionamiento el centro de atención de día Acouga, un espacio abierto, accesible y protegido, en el que desde una perspectiva de baja exigencia se ha creado un entorno de seguridad y confianza desde el que trabajar en los vínculos sociales y en el inicio o continuidad de procesos de cambio. Es un centro de pequeñas dimensiones, con capacidad estimada para acoger simultáneamente a diez personas, en donde se ha habilitado un espacio para la socialización o el reposo; acceso a librería, prensa, ordenadores, Internet; duchas y utensilios de higiene; desayunos y kits de merienda, etc.
Por otra parte, y con motivo del dispositivo de frío que se pone en marcha durante la temporada invernal, desde Accem articulamos un equipo de atención en calle, bajo la supervisión y coordinación del Equipo Municipal de Inclusión Social (EMIS).
En Cartagena tenemos un centro de día desde el que prevenir y afrontar situaciones de exclusión social y grave deterioro personal como consecuencia de la falta de trabajo, la imposibilidad de acceder a una vivienda o el alojamiento en lugares de habitabilidad deficiente, entre otros factores.
En el centro de día se ofrecen servicios básicos y también una atención personalizada que se orienta al diseño y desarrollo de itinerarios integrales de inserción. La heterogeneidad de las personas que acuden el centro lo convierten en un espacio de gran riqueza humana en el que se comparten vivencias y desde el que poder iniciarse un proceso de recuperación personal.