La atención constante a mujeres en situación de trata o prostitución
Daniel Bóveda, coordinador provincial de Accem en Vigo
“Ahora son doblemente invisibles”. Así resume Daniel Bóveda la situación de mujeres en situación de trata o prostitución durante el confinamiento. “Cuando salíamos a la calle, apenas las veíamos aunque las teníamos muy cerca. Desde que estamos en nuestras casas, es como si no existieran”, cuenta.
Para hacerse una idea de lo que deben estar pasando esas mujeres en estos momentos, el coordinador provincial de Accem en Vigo describe cómo eran sus pautas de vida: “en muchos de los pisos donde ejercen la prostitución se quedan una media de 21 días pagando el alquiler con una parte de lo que ganan. Viven donde trabajan. Después deben irse para volver al mismo piso o cambiar a otros”.
“En el mercado de la prostitución, las mujeres son obligadas a rotar para que haya variedad, como si fuesen mercancía”, explica Daniel. A menudo cambian de ciudad de manera continua.
Sin un lugar fijo de residencia, el estado de alarma se complica mucho. Y si lo único que tienes para vivir y para enviar dinero a casa es lo que ganas por los servicios de prostitución, parece una situación insostenible. Pero es que, además, “muchas de ellas son extranjeras, están en situación irregular”, cuenta Daniel. El acceso a alimentos y otros recursos básicos se convierte en una odisea.
En la ciudad de Vigo, el equipo de Accem tiene mapeados 14 pisos o clubes donde se ejerce la prostitución. “Cuando comenzó el confinamiento, llamamos a todos y nos contestaban, pero asegurando que solo eran las señoras de la limpieza. Es extraño que estuvieran limpiando en tantos a la vez”, cuenta.
Desde Accem se trata de mantener el contacto a través del teléfono con las mujeres a las que ya se atendía antes del coronavirus. Esto es fundamental para conocer sus necesidades y para poder derivar a los servicios, así como para poder trasladar a las instituciones las realidades que es preciso que atiendan.
La violencia machista, concluye Daniel, no se ha parado con el confinamiento y la trata sigue siendo una realidad que sufren muchas mujeres de forma casi invisible.