Causas
En el año 2017 llegaron a España a través de sus costas más de 22.000 personas. El Mediterráneo constituye la frontera física de Europa con África y Oriente Medio. Más de 172.000 personas, refugiadas y migrantes, llegaron a las costas europeas en 2017, a través de España, Italia y Grecia, principalmente.
En los últimos cuatro años, y según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones, un total de 16.252 personas han muerto en el Mediterráneo, convertido en un enorme cementerio, en una gran fosa común. Personas que huían de sus países a causa de la guerra, la violencia y la persecución, o que trataban de dejar atrás la pobreza y la falta de oportunidades. Personas que procedían de países como Eritrea, Túnez, Nigeria, Pakistán, Siria, Iraq, Afganistán, Palestina, Camerún, Guinea Conakry, Burkina Faso, R. D. Congo, Marruecos, Argelia, Costa de Marfil, Gambia, etc.
El cierre de fronteras, la Unión Europea erigida en una enorme fortaleza, convierte a ese mar Mediterráneo que debería ser puente entre culturas, en un muro, desgraciadamente infranqueable para miles de personas. Ese muro, en la frontera sur de España, tiene solo 14 kilómetros, los que separan las dos orillas del Estrecho de Gibraltar.
Obstáculos
Son apenas 14 kilómetros, pero son suficientes, cuando se viaja a bordo de una frágil barca, a veces casi de juguete, para que pueda suponer el viaje más peligroso. El blindaje de fronteras y la falta de vías seguras y legales constituyen el principal obstáculo para los miles de personas que se ven abocadas cada año a tomar la decisión de arriesgarse a viajar en embarcaciones precarias a través del mar Mediterráneo. Para salvar este obstáculo deben ponerse en manos de redes de tráfico de seres humanos que hacen de esta situación desesperada su oportunidad de negocio.
Antes de lanzarse al mar, las personas refugiadas y migrantes malviven durante meses e incluso años en los territorios marroquíes cercanos al mar o a las ciudades de Ceuta y Melilla, siempre escondiéndose, siempre huyendo para evitar las redadas policiales. La alternativa al mar es conseguir acceder a las dos ciudades españolas en el norte de África, pero el camino no es tampoco fácil. Conseguir saltar la valla puede llevar muchos intentos, lesiones, detenciones y en ocasiones la muerte. En los últimos años se han detectado otros medios para intentar superar la frontera, como el empleo de motos acuáticas, como el escondite en dobles fondos de vehículos o como la peligrosa práctica de agarrarse a los bajos de los camiones que pasan la frontera terrestre.
En los últimos meses, en un movimiento continuamente oscilante, la ruta del Mediterráneo Occidental, la que termina en las costas españolas, vive un repunte en el número de intentos de llegada, ante el bloqueo o la intensificación del control fronterizo en otras zonas como el Mediterráneo Oriental o el Central. Diferentes caminos para superar un mismo obstáculo, inmenso: superar la última etapa, rebasar la frontera de Europa.