Este 8 de marzo enfocamos la mirada en la diversidad de mujeres con las que trabajamos para dar un paso más en nuestro compromiso con la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres y corregir la invisibilidad a la que a menudo se ven abocadas.
Conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, además de con diferentes eventos, con unas gafas que no podrás encontrar en tu óptica. No corrigen la miopía, ni el astigmatismo, ni la hipermetropía, pero permiten enfocar la vista en mujeres que son invisibilizadas el resto del año. Míralas. Descarga tus gafas, póntelas y visibiliza en tus redes sociales a estas mujeres.
Este 8 de marzo, #Enfócalas8M.
MUJERES REFUGIADAS
Las mujeres son perseguidas por los mismos motivos que los hombres. Pero, además, también lo son por el mero hecho de ser mujeres, huyendo a causa de la violencia sexual y de género, la mutilación genital, los matrimonios forzados, los conocidos como “crímenes de honor”…
Cuando huyen de estas situaciones, durante su trayecto, también corren un mayor peligro que los hombres a ser sometidas a nuevos abusos, acoso, discriminación, violencia o trata.
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La mitad de los 20 millones de personas refugiadas en todo el mundo son mujeres. Pero no todos los países reconocen causas asociadas al género a la hora de conceder asilo, lo que restringe los lugares en los que pueden solicitar refugio.
La legislación española sí admite el género como causa para la concesión de asilo, desde la aprobación de la Ley 12/2009, reguladora del derecho de asilo y la protección subsidiaria. El proceso que deben pasar las personas para demostrar a las autoridades las causas por las que son amenazadas y perseguidas es un proceso muy duro. Deben revivir de nuevo experiencias muy traumáticas y complicadas al tener que aportar el mayor número de detalles. Es lo que se conoce como revictimización.
Cuando al fin encuentran un lugar seguro, se enfrentan a nuevas barreras en su proceso de recuperación personal e integración social.
“Camila y yo nos enamoramos. Un día llegaron unas camionetas y, reventando la puerta, entraron en casa preguntando dónde estábamos nosotras dos. Mi abuela acabó muriendo a causa de los golpes. Fue entonces cuando decidimos que nos teníamos que marchar. Ahora estamos volviendo a crear una vida en España. Somos otra vez una familia”.
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MIGRANTES
Son la mitad de la población inmigrante en el país, pero están mucho más invisibilizadas. Las mujeres migrantes son mayoría en el trabajo doméstico y el cuidado de niños y mayores, ocupaciones alejadas del espacio público y con muchas carencias en derechos laborales. Además, suelen tener cargas familiares mucho más pesadas aquí y en sus países de origen, ya que, en muchos casos, dejan hijos y familiares en sus países de origen que son cuidados a la vez por otras mujeres de su entorno.
Si bien la realidad de las mujeres migrantes no se ciñe en todo caso al ámbito doméstico, puesto que hay diversidad de perfiles con mayor o menor nivel de cualificación, los obstáculos y las trabas administrativas que suelen encontrarse limitan en gran medida sus posibilidades laborales.
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Se habla de cadenas globales de cuidados para explicar la creciente feminización de los movimientos migratorios. En España y muchos otros países las mujeres se han incorporado al mercado laboral y las tareas que ellas asumían hasta entonces, son asumidas por otras mujeres, llegadas de fuera en muchos casos.
La larga cadena de cuidados es bastante invisible para la sociedad o, al menos, lo son varios de sus eslabones. Tampoco es frecuente que se hable de situaciones de abusos que sufren las mujeres migrantes en algunos hogares donde trabajan.
Accem ofrece atención integral a personas migrantes que llegan a España para garantizar su integración en sus nuevos barrios, pueblos y ciudades. Para lograr este objetivo se presta asesoría jurídica, apoyo y cobertura de necesidades básicas a familias en situación vulnerable, atención humanitaria, formación en el idioma… promoviendo así su plena inserción social y laboral.
Del mismo modo, Accem interviene en situaciones de mediación intercultural para fomentar la aceptación de la diversidad y facilitar la convivencia en los barrios y ciudades de acogida de estas personas.
La historia de Scholastique, Svitlana y Hermineh
“Cuando llegamos estábamos sin papeles y el trabajo doméstico es a lo único que puedes acceder. Cuando llegas a un nuevo país baja tu autoestima y, para subirla, tienes que ir consiguiendo cosas poco a poco. Ahora trabajamos ayudando a otras mujeres para que luchen, para que ser mujer e inmigrante no sea una barrera y puedan hacer cualquier cosa que quieran”.
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NIÑAS Y ADOLESCENTES MIGRANTES NO ACOMPAÑADAS
Hablamos de menores que no han cumplido 18 años, migrantes, separadas de sus padres o del cuidado de cualquier otra persona adulta y expuestas a un grave riesgo de exclusión y de desamparo. Solo por ser niñas o mujeres adolescentes están mucho más expuestas a numerosos peligros, tanto en el país de origen, como durante el trayecto y en destino.
Según los últimos datos oficiales de la Fiscalía, de todos los y las menores sin compañía de los que se tiene registro, tan solo el 7,5 % son niñas, lo que determina la gran invisibilización de sus necesidades específicas y su situación real.
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El término MENA comenzó a emplearse a nivel técnico para hablar de ‘menores extranjeros/as no acompañados/as”, es decir de chicos y chicas menores de 18 años, migrantes, que se encuentran separados de sus padres y que tampoco están bajo el cuidado de ninguna otra persona adulta.
Pero desgraciadamente esas siglas han sido utilizadas en la esfera pública para deshumanizar primero y criminalizar después de un colectivo en situación de extrema vulnerabilidad, para invisibilizar lo que son: menores expuestos a un importante riesgo de exclusión social.
Ese silenciamiento social es aún mayor cuando se trata de niñas y adolescentes. La pobreza y la falta de futuro y expectativas; situaciones de desestructuración familiar y desprotección institucional; catástrofes naturales; la guerra, la persecución, la violencia y situaciones de violación generalizada de los derechos humanos son algunas de las razones que les pueden haber llevado a huir.
En el caso de las chicas, se han expuesto a muy graves peligros en el trayecto y siguen estando en una posición de mayor vulnerabilidad cuando llegan a España. La posibilidad de caer en redes de trata y prostitución es muy real, como demuestran los últimos casos que han saltado a los medios de comunicación.
“Emigré siendo menor de edad para cumplir mis sueños y poder trabajar después de terminar mis estudios, algo que era difícil de cumplir estando en mi país de origen. Ahora trabajo ayudando a otras personas que, como yo, han tenido que dejar su país para buscar un futuro mejor”.
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VÍCTIMAS DE TRATA
La trata de mujeres tiene muchas formas. La principal es la prostitución forzada, pero hay más, como la trata con fines de explotación laboral, para matrimonios forzosos, para la comisión de delitos o para la mendicidad. También se da la trata combinada, por la que las mujeres son explotadas de varias formas a la vez. 3 de cada 4 víctimas trata en todo el mundo son mujeres, están entre nosotros y a menudo no las vemos.2
La trata se encuentra en constante cambio, las redes se adaptan a las nuevas rutas y flujos migratorios, a los cambios legislativos y políticos, a las nuevas tecnologías, a la economía y el mercado laboral, a la vez que modifican sus métodos de captación y perfeccionan sus técnicas de manipulación y coacción.
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Según Naciones Unidas, España figura entre los principales países de origen, tránsito y destino de la trata, sobre todo de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.
Cuando se habla de explotación sexual se piensa automáticamente en la prostitución forzada. Pero puede darse en otras formas y otros contextos como la pornografía, los centros de masajes o los chats y web eróticas.
En nuestro país también hay trata de mujeres con otras finalidades. La trata laboral, por ejemplo, se concentra en el servicio doméstico, la industria textil, el calzado y las conservas. Se da un cambio constante en los países de origen de las víctimas.
En las formas de trata combinada, la mayoría de las víctimas son mujeres que son víctimas de explotación sexual pero que, además, también son forzadas a cometer robos o a vender armas, o a limpiar o servir en los locales donde ejercen la prostitución de manera obligada.
Muchas de esas mujeres se resisten a denunciar en un primer momento, por lo que es muy importante que se respeten sus tiempos a la hora de identificar. Algunas ni siquiera saben que son víctimas de trata porque nunca pudieron aprender cuáles son sus derechos.
“Fui vendida a un cartel y pasé tres semanas de torturas, vejaciones y explotación. Escapé y, por un milagro, hoy estoy viva. Desearía ser la única que ha pasado por esto, pero quedan muchas mujeres más en esta situación”
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MAYORES
Las mujeres son mayoría a partir de los 80 años y eso se traduce en la feminización de la vejez. A menudo se cruzan la discriminación por edad y una discriminación por género que dificulta el acceso de las mujeres a un envejecimiento activo y las convierte en invisibles a ojos de la sociedad.
La soledad no deseada les afecta especialmente cuando quedan recluidas al ámbito del hogar. El aislamiento social puede ser un factor desencadenante de depresiones y perdida de funciones cognitivas. Pero además es una pérdida para nuestra sociedad, que debería apreciar todo lo que las personas mayores pueden aportar.
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Casi dos millones de personas se encuentran en situación de soledad en España y el 70,7 % de las personas de 65 años o más que están en esta situación son mujeres.
A pesar de que nuestra sociedad es cada vez mayor, el envejecimiento se representa a menudo como algo negativo que sólo tiene desventajas, mientras se ensalza la juventud como un valor en sí mismo. Las personas mayores frecuentemente no son consideradas como elementos activos de la sociedad con algo que aportar, sino que más bien se tiende a invisibilizarlas.
Esa tendencia es aún más patente en el caso de las mujeres, en las que la juventud y los cánones estéticos ejercen mayor presión. Se dan además factores sociales y otros agravantes que propician potenciales situaciones de asilamiento y soledad.
Muchas de esas mujeres han dedicado buena parte de su vida adulta al trabajo doméstico y al cuidado de su familia directa. Han puesto en el centro las necesidades ajenas y lo siguen haciendo hasta avanzada edad, con la atención que prestan a nietos o personas dependientes en el ámbito del hogar.
Esa trayectoria de cuidados lleva a que su acceso al espacio público y actividades sociales quede muy limitado. Y se produce la soledad no deseada, que lleva a que muchas mujeres cuenten con pocos vínculos afectivos a su alrededor y realicen pocas actividades en grupo que las estimulen física, mental y emocionalmente.
A pesar de las dificultades, las mujeres mayores tienen mayor predisposición y voluntad para seguir aprendiendo.
“Ahora que los años pasan más rápido y las noches se hacen eternas, cuando todo mi mundo se desmorona, me niego a sentirme sola. El tiempo que me quede de existencia quiero pasarlo viva”
Mujeres con Ilusión, Raquel Zaragoza Durá
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MUJERES SIN HOGAR
Las personas sin hogar representan la cara más severa de la exclusión social, y las mujeres suponen el 20% del total de estas personas.
Cuando llegan hasta allí, generalmente han recorrido un proceso más largo que el de los hombres y en peores condiciones. El estigma de vivir en la calle es mucho mayor para ellas y allí se enfrentan a un número mayor de amenazas de violencia, abusos o discriminaciones que los hombres.
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El número de personas que carecen de hogar en España es cercano a las 35.000 y se calcula que una quinta parte son mujeres. En el caso de ellas, el camino es más largo y difícil de identificar. Suelen agotar todas las posibilidades, saltando de viviendas de allegados, intercambiando un lugar para dormir por cuidados o acudiendo a albergues u otros recursos que encuentren antes de llegar a una situación de calle.
Existen peligros ciertos para ellas, como lo demuestra que un 25 % de las mujeres sin hogar asegura haber sufrido algún tipo de agresión sexual, de acuerdo a un estudio de Provivienda. Según el Observatorio Hatento, el 60 % de las mujeres que viven en la calle es víctima de delitos de odio.
Accem lleva a cabo varios programas de atención integral a las personas sin hogar, como la Campaña contra el Frío en Madrid. Entre los centros que integran este programa se encuentra el Centro Abierto Geranios II, que es el primero específico de pernocta exclusivamente para mujeres sin hogar.
Además, dos centros también funcionan como centros de día en los que se da cobertura a las necesidades básicas (manutención, lavandería, aseo e higiene, ropa…), apoyo en la autonomía y búsqueda de empleo a personas de ambos sexos.
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RECLUSAS
Las mujeres no llegan al 8 % por ciento de la población reclusa en España y eso las coloca en una situación de desventaja e invisibilización durante sus condenas, dificultando su proceso de reinserción.
Deben cumplir condena en un sistema penitenciario diseñado para acoger a la población masculina y ocupar espacios más precarios o alejados de sus hogares. Reciben además menos oportunidades formativas y educativas mientras cumplen condena. Es común que a ellas se les asignen tareas de limpieza o lavandería.
Hay provincias donde no hay un solo centro para mujeres, lo que fuerza a que cumplan condena lejos de casa. Solo hay 4 centros penitenciarios específicos para mujeres en todo el país, en el resto de los casos ocupan una pequeña sección de cárceles para hombres. Es frecuente que no se respete la separación interna de reclusas en función de sus características o su conducta. Así, comparten módulo las recién llegadas, mujeres en prisión preventiva, reclusas de largas condenas…
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El 84 % de las mujeres que viajan con droga a nuestro país lo hacen para sostener económicamente a sus familias. Ellas suelen realizar las actividades delictivas con mayor exposición, a pesar de ser el último eslabón de la cadena en el tráfico de drogas.
El 80 % de las mujeres reclusas son madres y en muchos casos cabezas de familia.
El 88 % de las mujeres encarceladas ha sufrido algún tipo de violencia, de las cuales el 68 % por ciento ha vivido violencia sexual y el 25 % fueron víctimas de abusos siendo menores.
Las mujeres que abandonan los centros penitenciarios, tras cumplir su tiempo en ellos, se encuentran en una situación muy delicada. En muchos casos, a su salida, carecen de fuentes de ingresos, de apoyo de familiares y amistades o, incluso, de un domicilio que permita desarrollar unas expectativas de futuro.
Para paliar esta situación, Accem cuenta con un dispositivo de acogida en Sevilla para mujeres que hayan cumplido condena o disfruten de permisos y que no cuentan con estos recursos.
Este programa establece un plan de intervención social para promover la plena autonomía e inserción de estas mujeres y proporcionar orientación social, laboral y jurídica además de proporcionar atención psicológica y facilitar la derivación a otros recursos.
El dispositivo está diseñado para la acogida de mujeres e hijos menores a su cargo.
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