Cuando el aula se vuelve virtual

“Fue muy bonito cuando compañeros y compañeras volvieron a coincidir a través de las videoconferencias, y divertido ver cómo se corregían y bromeaban unos con otras”
Beatriz Serrano, profesora de castellano y catalán de Accem en Barcelona
Por extraño que parezca, a veces la distancia puede servir para conocernos un poco mejor, y el confinamiento, para aprender más. Que se lo digan a Beatriz Serrano, profesora de castellano y catalán para personas solicitantes de asilo en Barcelona.
Donde antes había aulas y pizarras, ahora hay móviles y ordenadores, así que toca adaptarse. “Para explicarles algunas palabras básicas de la vida diaria, se me ocurrió hacer un vídeo de mi casa”, explica Beatriz. “A algunos al principio les pareció gracioso que la profe enseñase su espacio privado, pero luego se animaron también a mostrar sus habitaciones al tiempo que practicaban vocabulario”.
Se ven las caras, aunque sea a través de una pequeña pantalla, y a ratos se sienten como si estuvieran en clase. “Fue muy bonito cuando compañeros y compañeras volvieron a coincidir a través de las videoconferencias, y divertido ver cómo se corregían y bromeaban unos con otras”, cuenta Beatriz.
Menos bonitas son las dificultades que ha implicado cambiar de método de golpe. Se cuela el ruido de los micrófonos, fallan las conexiones, hay alumnos y alumnas que tienen terminales de baja calidad donde apenas pueden ver lo que comparten. Para muchos ha sido como un triple salto mortal, cuenta Beatriz. No tenían ni dirección de correo electrónico y, de repente, han tenido que usar aplicaciones de videoconferencia para no quedarse atrás.
Hay quienes aún no se arreglan con las nuevas tecnologías, pero esta nueva situación también ha provocado que se incorporen nuevos participantes a las clases. “Algunas personas habían tenido que dejarlas porque estaban trabajando o haciendo cursos de formación y coincidían los horarios”, explica Beatriz. “Como ahora tienen que quedarse en casa, se han podido reenganchar a las clases de idioma”.
El alumnado de Beatriz y sus compañeras viene de Costa de Marfil, Liberia, Ucrania, Pakistán, Angola, Afganistán y muchos más países. Se encuentran al menos dos veces por semana en las clases y deben hacer deberes, lo que les da una rutina que puede ayudarles en el confinamiento.
Y, además, pueden recibir refuerzos. Y es que el equipo de idiomas en Barcelona ha organizado también encuentros virtuales de conversación con voluntarias y voluntarios de Accem.