Sin igualdad entre mujeres y hombres no hay ni habrá avance social
Este martes 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer y desde Accem queremos denunciar la situación de discriminación que continúa padeciendo la mujer, así como la especial vulnerabilidad a la que se ve sometida por su género.
Las mujeres, tanto en situaciones de guerra como en el éxodo en busca de un lugar seguro como refugiadas, se ven expuestas a formas de violencia añadidas que las convierten en víctimas por partida doble con respecto a los hombres. En los conflictos son utilizadas como botín y arma de guerra. Como refugiadas (y como migrantes), son las personas que mayor riesgo de sufrir todo tipo de abusos y violencia corren en todo el mundo.
En España en los últimos años se han producido avances en el reconocimiento de alguna forma de protección internacional vinculada a la persecución por motivos de género. Sin embargo queda mucho camino por recorrer en el amparo legal y social a las mujeres víctimas de trata de seres humanos; de mutilación genital femenina; de matrimonio forzado o precoz; de violencia o esclavitud sexual; de amenazas de asesinato por delitos ‘de honor’; de represalias originadas por no cumplir con normas o costumbres represivas en relación al género, orientación o identidad sexual; y de violencia física y maltrato por razón de género.
A todo esto se une la violencia de género y el fenómeno global de la llamada feminización de la pobreza, o evidencia de que las mujeres son la mayoría de las personas que viven en situación de extrema pobreza en el mundo; de que son la mayoría de las personas que no saben leer ni escribir ni tienen acceso a la educación; de que no tienen acceso a la propiedad de la tierra que cultivan; y de que, definitivamente, no disfrutan de una verdadera igualdad de oportunidades en ningún lugar del mundo.
Las mujeres sufren, a lo largo y ancho del planeta, un estatus inferior al del hombre, que se agrava al combinarse con factores como la edad, la raza, la religión, la etnia, la discapacidad y la pobreza.
Así las cosas, la mitad de la humanidad vive en condiciones de clara desigualdad con respecto a la otra mitad, sometida a más formas de violencia y a situaciones de mayor pobreza, exclusión y vulnerabilidad por causa, simplemente, de su género, de ser mujeres.
Cualquier avance o cambio social que no tenga presente la variable de género y no se encamine a una igualdad real entre hombres y mujeres, simplemente, no será tal.