¿Es el último episodio de "Star Wars" una película de refugiados?

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(AVISO: esta entrada del blog no destripa la película pero puede contener algunos spoilers sobre la última entrega de Star Wars, “Los últimos Jedi”)

¿Es la última entrega de Star Wars (Episodio VIII: Los últimos Jedi) una película de refugiados?

Esta es la pregunta que os proponemos y a la que intentaremos dar respuesta en las próximas líneas.

Comienza la película, dirigida por Rian Johnson, aparecen los míticos créditos en la pantalla y nos ponemos en situación. La Primera Orden gobierna ahora la galaxia (muy, muy lejana) con su Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) ejerciendo su temida e implacable autoridad. La República ha sido prácticamente destruida y únicamente queda una diezmada Resistencia dirigida por su general Leia Organa (Carrie Fisher).

Una flota de la Primera Orden se dirige a la base rebelde más importante para destruirla de una vez por todas y acabar con la esperanza de la rebelión. Han Solo ha muerto y Luke Skywalker (Mark Hamill) se encuentra desaparecido, aunque por fin ha sido descubierto en un remoto rincón de la galaxia por Rey (Daisy Ridley), a bordo del Halcón Milenario y acompañada por Chewbacca (Peter Mayhew).

Rey es la nueva gran protagonista de la saga, una joven que descubrió en el episodio anterior (Episodio VII: El despertar de la Fuerza) que tenía un don muy especial: la Fuerza fluía en ella muy intensamente. Ahora, busca a un maestro que le guíe y le ayude a desentrañar sus misterios.

Finalmente, la base rebelde es destruida, pero los miembros de la Resistencia alcanzan in extremis a escapar a bordo de algunas naves en busca de un lugar seguro. La Primera Orden no se da por vencida, les sigue el rastro y les pisa los talones.

Es ahí donde se ilumina la bombilla que uno lleva incorporada en la carrocería: ¡Star Wars es una película de refugiados! –exclamo mentalmente- pues los habitantes de la base rebelde D-Qar, últimos restos de la República, se ven obligados a escapar de su planeta en busca de un lugar seguro ante el evidente riesgo para su vida y su integridad física.

Inevitablemente se vienen a la mente las imágenes de huida de tantas personas en el mundo que son asediadas, atacadas y en ocasiones eliminadas por la fuerza en regímenes totalitarios.

Más aún cuando la Nueva República, casi destruida por la Primera Orden, encarna en el universo Star Wars el ansia de una sociedad más libre, más igualitaria, más democrática, frente a la oscuridad del totalitarismo imperial.

Entonces, ¿los supervivientes de la Nueva República podrían ser considerados refugiados?

 

Pues indudablemente sí, pues son perseguidos a causa de sus opiniones o su pertenencia a un grupo social determinado.

Un caso muy evidente sería el de Finn (John Boyega), antiguo miembro de las Tropas de Asalto de la Primera Orden, los Stormtroopers, que desertó y escapó para no seguir obedeciendo las órdenes de Snoke, el General Hux (Domnhall Gleeson) y su jefa directa, la Capitán Phasma (Gwendolyne Christie). Como desertor, Finn está más que condenado a muerte, por lo que su caso como potencial refugiado sería bastante claro.  

Pero, ¿qué pasaría con los miembros de la Resistencia? ¿qué pasaría con los combatientes como el piloto rebelde de moda, Poe Dameron (Oscar Isaac)? ¿o con la vicealmirante Almilyn Holdo (Laura Dern), otra de las grandes incorporaciones a la saga? ¿y con la mismísima Leia Organa, general de las tropas rebeldes? ¿Podrían ser consideradas refugiadas?

La cuestión es que la Convención de Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, aprobada en Ginebra en 1951 e instrumento base para la protección internacional de las personas refugiadas, establece en su capítulo 1, artículo 1, apartado F, las siguientes exclusiones, que reproducimos a continuación:

Las disposiciones de esta Convención no serán aplicables a persona alguna respecto de la cual existan motivos fundados para considerar:  

a) Que ha cometido un delito contra la paz, un delito de guerra o un delito contra la humanidad, de los definidos en los instrumentos internacionales elaborados para adoptar disposiciones respecto de tales delitos;

b) Que ha cometido un grave delito común, fuera del país de refugio, antes de ser admitida en él como refugiada;

c) Que se ha hecho culpable de actos contrarios a las finalidades y a los principios de las Naciones Unidas.

En la legislación española, la Ley 12/2009, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria, incorpora en su artículo 8 las exclusiones establecidas por Naciones Unidas.

A la luz de estos documentos, formar parte de la Resistencia activa contra el régimen de Snoke no sería un motivo por sí mismo para no poder ser considerado refugiado. Sus casos podrían ser estudiados y ser merecedores del reconocimiento del derecho de asilo.

Entonces, ¿qué pasaría con Leia, con Holdo o con Poe, por seguir con los mismos ejemplos? Pues habría que examinar si habrían cometido o no un delito contra la paz, un delito de guerra o un delito contra la humanidad.

A cualquiera de los miembros de la República y de la Resistencia les esperaría lo siguiente: un estudio pormenorizado e individualizado de su caso, de sus circunstancias, con todas las pruebas que pudiera conservar de que efectivamente su vida y su integridad estaban realmente amenazadas por el régimen que imperaba en su país o en este caso en su planeta sin que pudieran ser garantizados sus derechos.

Les esperaría en cualquier caso, y al margen de la protección que finalmente pudieran obtener, el largo camino del exilio, con el recuerdo de lo perdido y la esperanza de un nuevo comienzo, de un futuro, de una nueva vida por vivir.

Y en el caso de Star Wars, algo más, una misión:

“Somos la chispa que encenderá la mecha que acabará con la Primera Orden”, en palabras de Poe, y en un mensaje que late continuamente en el discurso de las dos grandes jefas de la Resistencia, la inolvidable Leia y su vicealmirante Holdo.

No se tomen esta entrada demasiado en serio. Ni demasiado en broma.

Que la Fuerza os acompañe.

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