VIDEOTECA: “Incendies”: tras las huellas perdidas de la mujer que canta

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Los hermanos Jeanne (Mélissa Désormeaux) y Simon Marwan (Maxim Gaudette) no se podían imaginar lo que les esperaba en el momento de, ante notario, proceder a la lectura del testamento de su madre, Nawal (Lubna Azabal).

Instrucciones precisas de cómo enterrarla. Como a alguien que no está aún en paz. Dos cartas. Una destinada a un padre que no conocieron. Otra a un hermano cuya existencia desconocían. Y un encargo, una misión: buscarlos.

Buscarlos para hacerles entrega de ambas cartas y para comenzar a resolver un misterio, el misterio de su vida, y de la vida de su madre, esa mujer cuyo comportamiento les desconcertaba, entre la distancia cotidiana y el silencio y la ausencia en los que se había sumergido en los últimos tiempos.

Será Jeanne la primera en lanzarse en busca de pistas, ante las reticencias de su hermano. Y tendrá que dar marcha atrás en la historia de su familia, volver atrás, al origen. Al Líbano, desde donde vinieron hace ya muchos años, cuando los dos hermanos eran muy pequeños para conservar recuerdos.

El cineasta canadiense Denis Villeneuve posa en «Incendies» su mirada sobre esta historia de retorno al origen, a la raíz, al olvido, a las cajas cerradas.

Porque “Incendies” no es el relato de un viaje a las identidades culturales perdidas o mitigadas con el tiempo y los kilómetros. No es sólo el encuentro de dos hijos de la inmigración con la tierra de sus padres y sus antepasados. “Incendies” es una historia sobre la cadena de la ira, sobre un pasado atroz, sobre el círculo de la violencia y la apisonadora de la guerra.

Y es además la historia de dos hijos que buscan respuestas a muchas incomprensiones y muchas preguntas. Aunque lo hagan a la fuerza, como legado póstumo de su madre, quien jamás pudo o quiso desvelárselo.

Nawal Marwan dejó el Líbano porque no tuvo más remedio, después de sobrevivir al dolor extremo. Pero de ese viaje no se sale indemne sino con la piel y el alma llenas de cicatrices que será prácticamente imposible que dejen de doler.

En la película, paralelamente, acompañaremos a los dos gemelos en su búsqueda, mientras conocemos la vida de Nawal, en secuencias que se van alternando. Con Nawal nos sumergiremos en el horror, en la imposible pero cierta capacidad del ser humano para seguir respirando pese a recibir los peores golpes. Con Simon y Jeanne seguiremos la intriga de la búsqueda de los destinatarios de las misteriosas cartas, obligados carteros a quienes nadie les preguntó si deseaban serlo.

La historia que “Incendies” nos cuenta

Nos trasladamos a la guerra civil de Líbano, una sangrienta guerra (como si alguna no lo fuera) que se vivió en este país de Oriente Próximo entre 1975 y 1991. Se calcula que al menos 150.000 personas murieron en estos quince años de guerra, aunque la cifra podría ser muy superior. Alrededor de un millón de personas se vieron obligados a abandonar el país y convertirse en refugiadas.

En este conflicto se mezclaron enfrentamiento político y religioso (cristianos, musulmanes, drusos), así como se vieron envueltos actores internacionales como Siria, Israel o la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y grupos armados como las derechistas Falanges Cristianas o la islamista Hezbollah.

Todo ello en un país en el que tras la guerra árabe-israelí de 1973 se habían instalado en el sur alrededor de 300.000 refugiados palestinos (a día de hoy, Líbano vuelve a ser tierra de refugiados, con más de un millón de personas que han buscado protección en el país vecino escapando de la guerra en Siria).

Es en el escenario de la guerra civil libanesa en el que se sitúa la película “Incendies”, protagonizada por una familia de orientación cristiana que se ve atravesada por los complejos conflictos que se dan en esa sociedad. Profundos y enraizados enfrentamientos que sitúan en situaciones muy frágiles a aquellas personas que, ya en su vida personal o en la pública, en el amor o en la militancia, apuestan por el entendimiento y el abrazo. Puentes construidos para ser carne de dinamita.

Detrás de “Incendies”

El cineasta canadiense Denis Villeneuve, que acaba de ser noticia porque será el encargado de dirigir la secuela de “Blade Runner”, es el autor de “Incendies”, película basada en la obra de teatro escrita por el dramaturgo canadiense de origen libanés Wajdi Mouawad.

Villeneuve también es el autor de títulos como “Prisoners” (2013) (Prisioneros), un thriller sobre el secuestro de dos niñas y la desesperada búsqueda de su familia; “Enemy” (2013), basada en la novela “El hombre duplicado” de José Saramago; o “Polytechnique” (2009), sobre la matanza de mujeres en la Universidad Politécnica de Montreal en 1989.

Con “Incendies” (2010), Denis Villeneuve consiguió una nominación a los Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. Asimismo, consiguió el premio a la mejor película canadiense en los Premios Genie y en el Festival de Toronto.

Lubna Azabal da vida al personaje de Nawal Marwan. A esta actriz, nacida en Bélgica, de padre marroquí y madre española, la hemos visto en películas como “Paradise now”, dirigida por Hany Abu-Assad, y “Exils”, dirigida por Tony Gatlif.

El creador de la obra de teatro en la que se basa la película, Wajdi Mouawad, nació en Líbano en el seno de una familia cristiana maronita. Su familia se vio obligada a causa de la guerra civil a exiliarse en París en 1977. Años más tarde se instalaron en Quebec.

Hace poco más de un año, con motivo de la publicación de su novela “Ánima” y del estreno en el Teatre Lliure de Barcelona del monólogo “Seuls” escrito, dirigido e interpretado por él mismo, hablaba Mouawad para El País:

“Este es el laboratorio en el que me ha metido la vida, el del exilio, la guerra, las lenguas que no son tuyas. El exilio ha sido un lugar de sufrimiento atroz, pero también paradójico. Me rompió en dos y, a la vez, me salvó la vida”. Y continúa: “Gracias a él escapé a los círculos viciosos en los que fui criado. Fui un niño muy amado, pero me educaron para odiar a los demás. Para abominar de musulmanes, chiitas, sunitas, drusos, palestinos, judíos, israelíes. De todos por igual”.

Wajdi Mouawad tiene pasaporte canadiense, pero nació en Líbano como su familia, se refugió de la guerra en París siendo aún niño, recaló en Québec, conoció a su compañera en Toulouse, donde vive con sus hijos, y es un amante confeso de las tragedias griegas de Sófocles. Definitivamente un hijo del exilio.

Pincha aquí para leer el recomendable artículo completo de Álex Vicente sobre Wajdi Mouawad para El País. >>

“Incendies” en Refugiados en el Cine

Incluimos “Incendies” en nuestro blog por varias razones: porque empieza siendo la historia de dos jóvenes hijos de la inmigración que han crecido ya en la nueva tierra que eligió su madre para vivir; porque después nos traslada al Líbano, a un viaje en busca de la vida que quedó atrás antes del trascendental cambio de rumbo; porque nos traslada a un pasado de guerra y violencia, como escenario generador de ese éxodo, que es siempre un drama, de víctimas convertidas en desplazadas y refugiadas, cuando no muertas o mutiladas.

Y porque nos invita a pensar. Detrás del extranjero que vino de lejos y es hoy nuestro vecino, nuestra compañera de curro, nuestro rival en la cancha. Detrás de su acento y su forma de vestir, tan distinta a la mía. ¿Qué tuvo que vivir esa persona tan desconocida pese a verla cada semana? ¿Qué tuvo que dejar atrás? ¿Qué le obligó a marchar? ¿Con qué demonios debe pelearse cada noche? ¿Cómo olvida o cómo recuerda?

El cine canadiense ha contado recientemente al menos otra brillante historia sobre refugiados, la protagonizada por el profesor argelino Bachir Lazhar, que llega a Montreal con un pesado pasado a cuestas en busca una nueva oportunidad para vivir. Estamos hablando de “Profesor Lazhar”, dirigida por Philippe Falardeau, de la que ya hablamos en este blog y proyectamos en el ciclo Refugiados en el Cine de Accem.

Pincha aquí para leer la entrada de «Profesor Lazhar» en Refugiados en el Cine. >>

Hubo un episodio de la guerra civil de Líbano que se convirtió en símbolo del horror. Fue la masacre de Sabra y Chatila, en la que al menos 2.400 refugiados palestinos fueron asesinados (dato según Cruz Roja) a manos de las Falanges Libanesas con el respaldo del Ejército de Israel. El documentalista Ari Folman lo contó en animación en «Vals con Bashir», de la que también hablamos en este blog y que proyectamos también en el ciclo de cine.

Pincha aquí para leer la entrada de «Vals con Bashir» en Refugiados en el Cine. >>

FICHA TÉCNICA

Dirección: Denis Villeneuve

 

Interpretación: Lubna Azabal, Mélissa Désormeaux-Poulin, Maxim Gaudette, Rémy Girard

 

Guión: Valérie Beaugrand-Champagne, Denis Villeneuve

Producción: PHI Film, Micro Scope

Nacionalidad: Canadá

 

Año: 2010

Duración:  130 min.

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