CONFIRMADA: "Las tortugas también vuelan", en Refugiados en el Cine (Madrid, 14-J)

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Las Tortugas Tambien Vuelan

El título del que vamos a hablar hoy será el que inaugure el ciclo: «Las tortugas también vuelan». Podrá verse el sábado 14 a las 17:00 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Multipremiada y sin pelos en la lengua, como un jarro de agua fría, se trata de la primera película rodada en territorio iraquí desde la caída de Saddam Hussein. El cine, una vez más, además de entretenimiento, se presenta como uno de los pocos recursos que tienen los menos afortunados para que su situación sea contada. Y es que la cinta enfrenta al espectador con una realidad tan cierta como ignorada: la de los campos de refugiados ocasionados por las guerras, en donde niñas y niños, huérfanos, heridos, enfermos o incluso violados, quedan abandonados a su suerte. En esta ocasión se trata de un campamento de refugiados kurdos iraquíes, en la frontera entre Irán y Turquía, en los preliminares de la guerra entre Iraq y EEUU. En ese escenario, un joven avispado de 13 años conocido como Satélite, se encarga de instalar antenas de TV que permitan informar a los vecinos sobre la inminente guerra. Y lo hace encabezando una tropa de mocosos huérfanos y desamparados, muchos de ellos mutilados, que no encuentran otra salida para sobrevivir que encontrar minas antipersona para revenderlas posteriormente. El punto de inflexión será la llegada al campamento de tres nuevos vecinos: un niño ciego, una muchacha de belleza triste, por la que Satélite quedará hipnóticamente prendado, y un chico sin brazos que tiene una premonición: la guerra está cada vez más cerca.

Su director, el iraní Bahman Ghobadi, es el principal portavoz de cine kurdo. Inició sus estudios de comunicación en Irán, pero los abandonó para hacer cortos y documentales. Pronto dio el salto al largometraje con «A Time for Drunken Horses», y desde entonces no ha parado de cosechar galardones y reconocimientos. Aprovechamos estas líneas para recomendar encarecidamente otro de sus títulos, «Nadie sabe nada de gatos persas» (2009).

Película cruda en forma y contenido, sin concesiones al espectador. Más allá de la poética del título, «Las tortugas también vuelan» es un testimonio descarnado. Realidad desnuda. Pero no porque pretenda ser realista, es que no esconde la realidad, no pretende ser otra cosa. Los escenarios sin vida, los suelos embarrados, la penuria, los metales oxidados, la chatarra, los grises, los cielos encapotados, los paisajes fríos. Fealdad, dolor, cuerpos mutilados. La cámara desviste sin pudor cuanto fotografía. Lo más estético tal vez sea la belleza de los protagonistas, Satélite y Agrin, amén de una cierta premonición onírica, a modo de flashforward, como recurso narrativo. Eso, y el juego de planos debajo del agua, son de las pocas licencias que se toma el director.

A caballo entre el docudrama hiperrealista y la fantasía mágica y simbólica, la cinta se erige como un contundente alegato antibelicista, en denuncia del uso sistemático de las minas antipersona en los conflictos bélicos. El Kurdistán, al igual que sucede en otras latitudes como Corea, ha sido y continúa siendo uno de los países más afectados por la siembra sistemática de minas fabricadas por EE.UU. y países europeos, vendidas a los luego satanizados gobernantes locales. Por no hablar del circuito sempiterno y absurdo de dichos artefactos: el ejército de EE.UU. compra las minas a los fabricantes, los soldados las siembran en territorio civil, luego los niños las desentierran para vendérselas a los intermediarios, que a su vez las venden a quién sabe qué mafia oscura, quizás los “mismos fabricantes”, en una espiral sin salida de mortales consecuencias. Niños mutilados desentierran minas antipersona (las mismas que los lisiaron de por vida) a cambio de unos míseros dinares, para volver a ser usadas y que mutilen a otros niños… Parafraseando un diálogo entre Satélite y uno de los vecinos que contrata a estos chicos para que limpien las minas de su parcela, cuando el adulto se queja de que “algunos de los niños no tienen manos, ¿cómo van a poder desmontarlas?”, Satélite le responde, con escalofriante normalidad, que “justo esos niños son los mejores sacando minas, porque le han perdido el miedo a las bombas”.

En la película todos los personajes buscan información vía satélite sobre la guerra que se avecina, aunque no entiendan el idioma y las imágenes mostradas en la televisión vayan en contra de sus creencias, pero finalmente la información les llega a través de las predicciones del niño mutilado. Esto se debe, en palabras de su director, a que “las cadenas de televisión pertenecen a grupos de intereses que consideran a los ciudadanos del mundo como simples figurantes. Ellos, con sus cadenas y sus guerras, nos usan como juguetes y nos imponen su guerra sucia para ganar más dinero. Dada la situación en que se encuentra nuestra región y sus repercusiones en el mundo entero, yo pongo en duda cualquier forma de información, incluso en la prensa escrita». Y en cuanto al hecho de que los diálogos de los niños en la película no se corresponden a su edad, Ghobadi justifica: “Estoy convencido de que nosotros los kurdos cuando nacemos no tenemos infancia, de cero días de edad pasamos a veinte años. Nos han quitado y arrebatado la infancia. Nos tenemos que hacer mayores por la fuerza. Estos niños son gente madura, son gente mayor en cuerpos infantiles y adolescentes. Mandan armamento, mandan minas antipersonales, les quitan el brazo, les quitan la pierna, les quitan el ojo, les quitan la infancia, ¿Cómo no va a hablar un adolescente como un adulto?”.

El único bálsamo tras ver la película es enterarse de que Bahman Ghobadi, su director, se preocupó por ayudar a algunos de estos chicos. El niño ciego recuperó totalmente su visión tras ser operado en Irán, justo a tiempo para ver la proyección de la película el día de su estreno; Satélite ha logrado entrar en el mundo del cine por mediación de Ghobadi, y le aventura un gran futuro como cineasta; la chica, Agrin, encontró trabajo en la televisión local de Kurdistán, como locutora y periodista. El gobierno provisional del Kurdistán prometió ayudar económicamente al chico manco y al que había perdido la pierna, y sufragar todos los gastos, las prótesis y la curación de los demás jóvenes.

Volviendo a la poética del título, y queriendo darle una explicación, Ghobadi declaró en una entrevista: “Hay una escena […] donde la madre violada está llevando a su hijo ciego en su espalda. El hijo, debido a las condiciones de la chica, se había convertido en el caparazón de la tortuga. Le quitaba agilidad, le quitaba movimiento, le ralentizaba su vida, en ese sentido decir que las tortugas vuelan quería decir precipitarse, suicidarse, liberarse de esta vida”.

 

FICHA TÉCNICA

Dirección: Bahman Ghobadi

Interpretación: Avaz Latif, Soran Ebrahim, Hirsh Feyssal, Saddam Hossein Feysal, Abdol Rahman Karim

Guión: Bahman Ghobadi

 Producción: Bahman Ghobadi – Mij Films

Nacionalidad: Irán / Irak / Francia

Año: 2004

Duración: 103 min.

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