Eu vim da Bahia
Joâo está sentado solo en una mesa, en el ala derecha de la nave de Vallecas que sirve de centro de acogida para personas sin hogar.
En el ala izquierda, las camas, en filas de literas que llegan hasta el fondo. A la derecha, están las mesas y sillas que sirven de comedor.
Después de entrar, haciendo una nueva cola para el control de acceso, después de pasar por la consigna, después de estar por fin bajo techo, recogerán, tras hacer la enésima cola (¿y cómo organizarlo si no?), la cena, con una taza de caldo, un bocadillo y una pieza de fruta. Y de ahí a las mesas, a cenar antes de irse a dormir.
En una de esas mesas, decía, está Joâo, terminando de cenar.
Joâo vino de Brasil, desde Río de Janeiro, aunque en realidad su emigración empezó mucho antes. Él nació en el nordeste brasileiro, en Bahía, cerca de Salvador. En Brasil, son muchos los trabajadores que dejaron el norte en busca de mejores condiciones de vida en el sur, económicamente más rico. Muchos nordestinos tomaron rumbo a Río de Janeiro o Sâo Paulo. Y él fue uno más.
Más tarde, junto a su madre, emigró a Portugal y de ahí a España. En su ruta migratoria siguió hasta Francia, después vuelta a Portugal y, a principios de este año, de nuevo España.
Está aquí, en el centro de acogida, porque sencillamente no tiene dinero para costearse otro alojamiento. “Los albergues aquí son muy caros”, afirma. Su madre también está aquí, en Madrid, pero duerme en otro albergue. El centro de acogida de Vallecas es sólo para hombres.
La primera vez que tuvo que recurrir a un centro de esta naturaleza fue en 2007. Desde entonces, y en función de los ingresos y trabajos que ha podido ir consiguiendo, ha tenido que volver cada cierto tiempo a los albergues para las personas sin hogar.
Ahora sólo lleva cinco días aquí. Le pregunto cómo han ido las cosas en esta semana y me responde que tuvo la sensación de estar enfermo, de tener fiebre. El invierno es duro y las toses se multiplican en el centro. El cuerpo acusa los rigores del invierno. Son mayoría los que padecen un continuo resfriado, la fiebre viene y va, las toses se pegan al pecho. No hay cómo recuperarse.
Joâo está tranquilo, sereno, dice que no tiene problema en dormir aquí, relativiza la situación. “Es como en el Ejército”, explica. Estuvo en la Armada y recibe una pequeña pensión que le sirve de insuficiente ingreso para vivir.
Poco común aquí, Joâo no bebe alcohol, tampoco fuma. “Nunca he consumido nada de esto”, dice. Apunta al alcohol como causa de los males de muchas de las personas que dormirán aquí esta noche. Para él es lo peor de aquí. Lo primero que deberían hacer para salir de esta situación es dejarlo, explica. El alcohol, que altera a las personas y provoca discusiones. “Y cuando tienen dinero, se van a comprar vino”, afirma sin entender.
Quizá por eso Joâo no se relaciona, va a su aire, come solo. “No hablo prácticamente con nadie aquí”, confiesa.
Habla de la crisis económica. No es ajeno a nada de lo que ocurre. “Dos amigos míos son economistas. Hace años me decían casi en tono de broma que iba a haber una crisis como en los años 30…y fue casi, aunque no se ha llegado a tanto”. También tiene su pronóstico y es optimista: “Creo que en Europa las cosas van a mejorar”.
Su tono no ha perdido en ningún momento esa serenidad, habla haciendo pausas, reflexiona, lo que contrasta con el ritmo acelerado de otras conversaciones. Joâo rompe con algunas de las incipientes normas que estaba empezando a enunciar. Rompe con esa velocidad agobiada, nerviosa. Rompe con las palabras a borbotones. Se distancia de su situación y analiza la realidad, la sociedad, la situación de crisis económica en la que está España, desde su observatorio en un centro de acogida a personas sin hogar en Vallecas. Y es optimista.
Durante el día Joâo camina por la calle, solo. Prefiere ir solo. Para evitar el frío, para pasar el tiempo y para entretenerse, va a las bibliotecas municipales. Le gusta leer. Se tira horas leyendo, cualquier cosa: libros, revistas deportivas, periódicos, etc. Y también visita un conocido establecimiento comercial del centro de Madrid, donde acude muchos días a escuchar música en los auriculares de acceso público.
En este año 2013 le gustaría volver a estudiar. Le gustaría vivir en Barcelona. Le gustaría trabajar en algo de hostelería.
La canción “Eu vim da Bahia”, del músico brasileiro Joâo Gilberto, pone voz al sentimiento de un baiano que se encuentra lejos de su tierra, y la recuerda.
“(…) A Bahia que vive pra dizer
Como é que se faz pra viver
Onde a gente nâo tem pra comer
Mas de fome nâo morre (…)”
Para escuchar la canción completa, subtitulada en español, y ver en directo a Joâo Gilberto, pincha aquí.
Texto: Santiago Gómez-Zorrilla
Fotos: Accem y Lorena Sainero